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martes, 24 de febrero de 2015

A buen entendedor: La premonición de “Cúchares”


Salud Arjona era la hija del maestro Cúchares y una hermosa mujer. Andaba detrás de ella Antonio Sánchez, “El Tato” (1831-1895), aunque el aspirante a la mano de la moza sabía que podían interponerse entre ellos las diferencias profesionales y personales que antaño mantuvo con el patriarca.
Terminó accediendo Cúchares a la pasión de los amantes, pero quisó prevenir a Salud de los riesgos que comportaba matrimoniarse con un torero valiente, incluso temerario.

-“Hija, no creas que todos los toreros son como tu padre. Cuando yo digo que vuelvo, es que vuelvo. Los demás suelen volver por carta o por alambre”.

Más que una advertencia y un consejo, aquellas palabras se convirtieron en premonición. Un ejemplar de Vicente Martínez, que se llamaba “Peregrino”, pegó una cornada al yerno de Cúchares cuando entraba a matar en la plaza de Madrid el 7 de junio de 1869.
El diestro sevillano sobrevivió a la hemorragia, pero fue necesario amputarle la pierna por debajo de la rodilla a cuenta de la gangrena.

Maldecía su suerte “El Tato” y se obstinaba en torear. De hecho, compareció en las plazas de Badajoz (1871) y de Valencia (1872) provisto de una rudimentaria prótesis, aunque a los espectadores les contrariaba que el heroico Antonio Sánchez anduviera a merced de los toros como un principiante.
Resignado a la fatalidad, “El Tato” encontró trabajo en el matadero de Sevilla gracias a la caridad del ayuntamiento de Sevilla. Murió triste y compungido en 1895, mientras que doña Salud, la viuda, le sobrevivió 25 años y le guardó el luto.
Rubén Amón, No puede ser y además es imposible.

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