Cuando decidimos poner fin a la temporada 2015 en Zaragoza nos fijamos en el cartel de los albaserradas de
Adolfo Martín, pues siempre lo primero que mira servidor son la materia prima que es el Toro, pero como no también nos hacía viajar
Rafaelillo y sus circunstancias, como son la honradez y la verdad que está poniendo en estas últimas temporadas. De los toreros locales no decimos nada que bastante hacen con tampoco bagaje enfrentarse a toros con todas las letras, y no se equivoquen con el manido y repetitivo argumento de colocar a estos en estas corridas no lo hacen por la llamada oportunidad a los modestos, solamente es para abaratar los balances, si fuera para dar oportunidad luego si obtienen trofeos los repetirían y esto en muchas ocasiones no sucede. Por supuesto también viajamos para saludar a los aficionados locales y de otros lares que todavía resisten a la ola de la neotauromaquia 2.0.
De los
adolfos diremos que hicieron todo lo contrario que de ellos esperamos como es que aprieten en el caballo, que en banderillas muestren su condición y rompan para bien o para mal en el último tercio, pasaron el trámite del caballo sin decir mucho, reservones, para apretar en banderillas y ponerse complicados en la faena de muleta, si bien es verdad que en ocasiones fue por las lidias otras no fue así. Poca casta, eso sí el genio que presentaron dio la emoción que otras veces echamos en falta, pero esperamos más de los grises.
Ricardo Torres y
Paulita dejaron detalles y dignidad sobre la arena, y no se puede pedirles más especialmente al primero. A Paulita se le escapó el último pero siempre los excusamos por el escaso concurso que tienen por los cosos taurinos.
De Rafaelillo, torero que como dice
Gloria en
otra época los niños tenían que escribir su nombre en los márgenes de los cuadernos, con tan sólo 12 corridas en el esportón este 2015, queda como uno de los toreros más sólidos y con más verdad en la actualidad, porque pueden discutirme lo que quieran pero ante el material que se enfrenta nadie tiene que ver con los que los llevan bajo el brazo, y que conste que servidor lo había visto en muchas ocasiones en otras temporadas por esa extraña afición a las corridas de las mal llamadas duras, pero ese
27 de julio de 2014 se reunieron Trastero y el matador en el ruedo de la calle Játiva, y cambió esa concepción y el concepto del matador quedando ese fecha y esa faena por siempre.
Se puede decir que se pudo equivocar o no en su planteamiento de las faenas, de los terrenos, de la lidia, pero lo que no se le puede negar es la honradez y la verdad que se enfrentó a sus dos toros, ante el primero que era un mulo cambiante fue prendido no arredrándose, en su segundo un toro que se quedaba y esperaba lo llevó a los medios y allí fue recompesado con un tabaco de los que te dejan sin respiración teniendo las fuerzas justas para tirarse a matar como pudo, si quieren lo de menos es el trofeo lo de más es que se la jugó con la costilla rota y la pantorrilla sangrando, ponganle los adjetivos que quieran.
Rafaelillo es un torero del circuito D, de las duras, de las que las figuras y figuritas nunca verán, que nadie le regala nada, se gana los contratos tarde a tarde, y no a principio de temporada, y al que se le echa en falta más por Francia, porque allí el que se la juega se lo gana, como tenía que ser, cosas del taurinismo.
Se acaba una temporada en la que se habla de nuevos valores, de nuevas esperanzas pero todo lo que no sea jugársela ante toros con toda la barba, no llevándolos del brazo y ahí los que pueden apuntar son toreros que siguen esperando mucho tiempo, y dos son de Murcia, Paco y Rafael.
Ahora es tiempo para reflexionar, esperamos hacerlo, demasiado tiempo de silencio.