Corrida de la Verge del Desamparats. Toros de Victorino Martín, de correcta presentación, excesiva diferencia de romana, de juego diferente, en general encastados, para los matadores Juan Bautista (silencio y silencio), Manuel Jesús 'El Cid' (vuelta tras petición y ovación), y Alberto Aguilar (ovación y silencio). Preside Amado García. Al finalizara el paseíllo se guardo un minuto de silencio en memoria de don Salvador Cebada Gago. Media plaza escasa.
La victorinada de ayer nos dejó sabor pero le faltó ese algo para salir de la plaza convencido de haber disfrutado y haberte emocionado, pudiendo ser que no me llegara al ánimo que llevaba cuando por la plaza se vivieron momentos en que el público aclamaba hasta lo que produce bostezo.
La presentación sin ser excesiva pasaba del aprobado iba desde el pequeño pero con trapío segundo hasta el más grandón, justo por delante del quinto, pasando por el fuera de tipo del encaste del cuarto, y el comportamiento siendo encastado pasaron por los caballos sin apretar exceptuando al quinto, con un primero que fue inválido y de embestida bonancible, todos los demás con sus diferentes comportamientos dieron variedad y mucho que torear.
Con estos mimbres los toreros cumplieron dentro del guión que de ellos se podía esperar.
Nada esperábamos de Juan Bautista, y nada nos ofreció, tras sortear el lote más pastueño con el inválido
Cucador y con
Hostelero parado de salida y que fue a más durante la lidia, siempre el torero fuera de sitio, sin confiarse, moviendose constantemente, lo dicho nada de nada.
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Brindis a Canito |
Con El Cid se puede decir que sorteó el mejor lote o al menos el toro de mejor embestida de la tarde, o se podría decir que los entendió mejor y los hizó posibles. Con
Planetario su primer toro que necesito mando y firmeza la faena basada en la izquierda pero por momentos con más parafernalia que toreo, en el final el toro aún necesito macheteo para pasaportarlo.
Verdadero, el toro de embestida más franca y encastada, habiendo apretado en el caballo en las dos entradas, tras haber brindado su muerte a
Canito, basó su faena en la zurda de nuevo mezclando naturales de perfecta ejecución con otros más embarullados, en los que en la faena faltó ligazón, hubo sintonía pero falto armonía para conjuntar una faena redonda. Los fallos en los aceros no permitireron que el matador paseara los apéndices auriculares con el público a favor.
De Alberto Aguilar siempre se espera valor y disposición, y eso es lo que ofreció, se le podrán achacar defectos técnicos pero estar siempre en el sitio y firmeza no se le pueden obviar. Con
Baratero un toro que protestaba en cada pase estuvo firme y dominador, con el imposible
Escribano se justificó porque el toro buscaba los tobillos y se hizo imposible su lidia.
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El coñazo del helicóptero del 15-M |