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sábado, 27 de marzo de 2021

Asertos

Pepe Luis Vázquez

  Irremediablemente estamos condenados al ostracismo, porque rehusamos de la vulgaridad.

domingo, 21 de marzo de 2021

Desfigurar

Vivimos en la sociedad de la desinformación (de la información sesgada) interesada. Dentro de las múltiples causas que origina tal fenómeno se quiere inculpar a las redes sociales, cuando éstas no son más que el altavoz que antes representaba el patio de vecinos o la plaza del pueblo a mediodía en día de mercado. Un altavoz más universal donde la mentira se puede hacer más grande o la difamación más cruel. 

Muchas veces sucede como en el tweet que aparece arriba que demuestra el desconocimiento interesado o no del tema que se habla, consciente o insconscientemente, no sabemos que es más preocupante, en el que  se tergiversa la realidad o la historia en base a unos argumentos completamente aceptados por la sociedad vacua que soportamos, de la que no nos podemos salir para no ser tachados de marginales, desubicados y lo que es peor intolerantes (por no nombrar una palabra que define a un movimiento político reaccionario, para eliminar cualquier posibilidad de razonamiento al que piensa diferente). 

Su supremacismo moral e intelectual, les lleva a escribir razonamientos descontextualizados, apropiándose de hechos o argumentaciones históricas que nada tienen que ver con el presente. No podemos comparar hechos ocurridos hace 500, 300, 100 años, incluso menos con el pensamiento parvulario que campea en la actualidad. Todos los -ismos persiguen para apropiarse de la verdad absoluta los sucesos históricos mirándolos con la perspectiva social actual, y nada más lejos de la realidad.


Las causas pueden ser muchas que nos llevan a esta vorágine de incongruencias diarías, para servidor la ignorancia y el atrevimiento para querer ser el más listo del grupo. Más valía menos teclas y más páginas escritas.

Este razonamiento debemos aplicárnoslo los aficionados a la Tauromaquía, donde también el patio de vecinos cibernético es en ocasiones insoportable e insufrible. Pensar que ni la sociedad, las costumbres, los toros, los toreros son los mismos de hace 200, 100, 50 e incluso 25 años. Donde hoy no toleraríamos toros de 7 pases y a matar, mansos reculados en tablas, caballos despanzurrados por el albero, ni mucho menos faenas sobre los pies, sin ligazón ni continuidad. Es para preguntarnos, por ejemplo, a tantos que nos apuntamos al gallismo si no hubiéramos sido los primeros en abroncarlo en su últimas tarde en Madrid.

Valga esta reflexión, no para exculpar y tragar con todo el neotoreo y las martíngalas del taurinismo rampante, pero sí para pensar y valorar en cada momento situación lo que estamos viendo y sintiendo, y cuanto difícil es ser coherente como aficionado a la Tauromaquía, por consiguiente un elemento más de la sociedad del s. XXI.

El aficionado díscolo