Caminando por la ciudad. Callejeo por el centro de Valencia, abrumado. Calles otrora llenas de comercios y bares añejos. Telas, sombreros hilaturas, especias o tornillería, bocadillos de calamares, bravas, clochinas. Invasión de comercios outlet, fast food con semblante vegan de dieta mediterránea, souvenirs made in china, sangría color azul, helados franquiciados, bicis de alquiler; turismo low cost, cruceros, vuelos baratos. Turismo de paso, turismo a la carta, turismo globalizado. Uniformidad, da igual donde embarques o desembarques. El viajador, busca la diferencia para que nada cambie. Urbanitas abandonando su ciudad, deseando encontrarla en otro lugar. Sociedades uniformes, cultura woke, reflejos del primer mundo desnaturalizado.
Molestan valores, creencias, que han forjado los pilares de la Humanidad de los últimos milenios, estorban al mercado, quien mejor se metamorfiza a los cambios, capaz de refutar axiomas y principios ratificados tiempo atrás. La Tauromaquia como heredera de unos ritos ancestrales anclados en una cultura mediterránea, refleja muchos de los valores intrínsecos a estas civilizaciones milenarias que molesta a la sociedad puritana anglosajona empeñada en cambiar a su mentalidad siempre bajo la autocomplacencia del buenismo y la progresía moral de los que se reniegan a sí mismos.
La economía, el dinero se metamorfiza con las tendencias, con las modas, se amolda a los cambios como un gecko de Madagascar. La tendencia actual se encara al veganismo, comida mascotera, carne artificial.
En una sociedad que esta cambiando a un ritmo vertiginoso, obliga a cambiar muchas de los oficios tradicionales y costumbres adaptándolas a sus intereses. Podemos sufrir la dictadura del mercado, en pos de una posible adaptación de las empresas con la máscarada de salvadores del taurinismo nos lleven a un precipicio, donde la tauromaquia pierda su esencia, desaparezca el rito, la sangre y la muerte, donde solo quede folclorismo, guateque, esnobismo, incruentismo. No serían empresarios taurinillos cuyo único fin sea toma el dinero y corre, sin involucrarse, mirando hacia otro lado. Puede que emerjan lobbies que quieran osmotizar la afición o la simpatía hacia lo taurino a un público más acorde a los tiempos idiotizados que se vislumbran, más parecido a un plató de tu 'tele amiga' donde la sensibilidad disneizada no sea vea afectada. El tiempo será el que dicte sentencia.
Sigo buscando una explicación a la irrupción de una empresa turística en el orbe taurino, que ofrece ofertas económicas elevadas, qque no hace nada por amortizar esos cánones con una gran oferta taurina, más bien desentiende, ignorando a profesionales empresariales y aficionados. Dando sensación de busqueda de fracaso más que de éxito. Un suceso digno de programas de misterio.
El aficionado díscolo
N: El amigo y buen aficionado A fue quién me dió luz sobre este tema tomando unas cañas en una previa.