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domingo, 4 de mayo de 2014

FELIPE II, LOS ESPAÑOLES Y LA TAUROMAQUIA por Angel Aponte Marín

 

Vía Retablo de la Vida Antigua:
 
Es sabido, además, que Felipe II dio largas y demostró tener mano izquierda para no aplicar, con todo su rigor, las disposiciones papales que proscribían la tauromaquia. Escribiría a Roma para que tales prohibiciones no tuviesen efecto pues los españoles -que no tenían remedio- no podían pasar sin estos festejos. Sus fieles vasallos llevaban la tauromaquia en la sangre, no era prudente pedir imposibles y fulminar excomuniones por ir a los toros era un sin vivir. Habría sido lamentable, pensamos, un brote levantisco contra Roma, no por las indulgencias, el número de sacramentos o la justificación por la fe, sino por no poder ver correr los toros de la tierra el día de la Patrona o por el nacimiento de algún infante. Eso o el infierno en vida. Sacrificios de este pelaje no se podían pedir a los vencedores de Lepanto

Vistas las cosas, en 1596 Clemente VIII otorgó perdón general -excepto a frailes y mendicantes díscolos- con la advertencia de que se evitasen muertes y de que no se jugasen toros en día de fiesta lo que al final, evidentemente, no se cumplió. Los clérigos tampoco debieron de obedecer las disposiciones papales. Roma quedaba muy lejos y bastante tenía el Santo Padre con parar, templar y mandar a cardenales y nepotes.
Con tales antecedentes, Felipe II tenía, necesariamente, que saber de toros.

2 comentarios:

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Quedo muy agradecido por la referencia de mi escrito en su excelente blog.

Reciba usted mis más cordiales saludos.

Ángel Aponte.

Paco Montesinos dijo...

Agradecido a usted por dedicar algunas entradas a la historia de la tauromaquia. Falta nos hace ante tanta incultura tanto taurina como antitaurina.

Saludos.