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martes, 19 de enero de 2010

Lanzarote bien vale un viaje


 Lanzarote, julio del 96


Acabo de llegar de LANZAROTE, ¿isla afortunada?, y en diez días, afortunados, no he leído, ni falta que me ha hecho, nada relacionado con el relato de las miserias y podredumbres humanas, que hemos convertido nuestro quehacer diario. He hecho una excepción con la tragedia de Haití, vamos a ser solidarios siendo
generosos en la rascada de bolsillo y no seamos mal pensados al creer que este dinero va a parar a manos de los de siempre, alguna vida salvaremos.
 Amigo Paco me tengo que quitar el sombrero por conocer la tierra que elegiste para pasar unos días, creo que habrán sido unos de los más importantes de tu vida junto a Mari Carmen.

 La paz y tranquilidad que tanto buscaba, necesitaba, la encontré, la disfrute, la compartí, gracias Amparo. Con las pilas cargadas y un tanto eufórico, hoy, olvidadas las puñaladas traperas, no he bajado de la nube , por eso vuelvo a compartir vivencias con la gente buena.
 La tierra de fuego te engancha, te vuelve al principio, a los inicios, a lo natural, para el tiempo, los sentidos concuerdan con las notas invisibles que en todo momento te transmiten desde el interior de esos cráteres negros o rojos algunas veces acompañados del suave murmullo de ese Atlántico que ha penetrado por inverosímiles canales al interior de la tierra.
 De las cosas mundanas que te asombran, la práctica ausencia de semáforos, el carácter tranquilo y afable de su gente, algo introvertidos, apenas se hace vida en la calle y la dificultad de encontrar un letrero en castellano.

 No todos los valencianos (información recogida a pie de obra) fueron a disfrutar como Paco. Algunos transportaron el modelo de aquí, proyectos de miles de casas jardín, dicen allí, adosados los de aquí, con sus campos de golf, incluidos, los de allí picaron, se dejaron sus empleos tradicionales y turísticos, atraídos por la voracidad del ladrillo, teniendo que venir los de fuera a cubrir los puestos de los autóctonos. Fracasado el ladrillo, los valencianos salieron dejando muerte y desolación, sintiéndose engañados los del lugar, creen que la solución es largar
a los que llegaron para cubrir sus puestos. Mas de lo mismo, el ladrillo pone de acuerdo a todos, la culpa el de fuera.

 Prohibidos los toros desde 1.991, mandaban los cachorros del tio Paco, no interesan a nadie, incluido Cesar Manrique en su tiempo, lo ven como un espectáculo cruel e impropio de los tiempos que corren. Como lo vi lo cuento.

LA DIGNIDAD NUNCA SE VENDE    
                                         ADOLFO CAMPOS    

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