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jueves, 11 de septiembre de 2014

'Minoritarios e incomprendidos' por Cadahalseño

Maestría y suavidad en la brega de Raúl Cervantes. Foto: Cadahalseño
Poco a poco, la realidad va dando la razón a quienes mantienen que la denominación de "minoritarios" es la idónea para todos los encastes que se separan del modelo-tipo del toro del siglo XXI, que no es otro que el derivado de las alquimias de Juan Pedro Domecq, Carlos Núñez o Atanasio Fernández. Este modelo-tipo es el exclusivo del "Místico" y los hombres G, el blandito que se "cuida" en el peto, el que se premia con indultos, el que "vale" a los taurinos, el que cantan los de la pluma (con perdón) y los del micrófono, y el que los espectadores desean ver embestir con "clase" en la muleta para mayor gloria de los "artistas" y satisfacción de los palcos en esta torerimaquia uniformada y adocenada que nos asola.

Los variados toros de los demás encastes, ni los huelen los que más llaman a las taquillas, se les barrena con la puya, se desprecian por los taurinos porque "no valen", se insultan como moruchos por los revisteros, y para ellos piden rápidamente su muerte los espectadores al espada de turno. Son incompatibles con la dictadura de la estética y no colaboran, sino que ponen problemas. Así pues, no interesan a casi nadie, salvo para una escasa "minoría", y por ello los festejos donde se lidian representan también una exigua "minoría". Acepto, pues, la denominación oficial, con todo el dolor de mi corazón.

Y como ya es mucho el tiempo en que esto viene sucediendo, no hay costumbre, ni entre los que han de lidiar este tipo de toros, ni en los que ven su lidia, de procurar un toreo que se adapte a su comportamiento, sino que el único empeño es aplicar la misma receta que al toro previsible y uniformado de cada día. Y claro, puede ocurrir que un torito de estos te perdone la mala colación y mal uso de la muleta y uno de los otros toros deje de embestir por tal motivo. En lo único que cuidan muy mucho en desviarse del guión es en la dosis de vara, y, sea o no necesario, multiplican el castigo por 3, por 5 o por 10 respecto del torito habitual. Y esta es la razón de la incompresión que sufren estos encastes, tanto por parte de los "profesionales" y sus adláteres, como por parte de plumillas y respetable.
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