Al finalizar la temporada pasada, nos
comprometimos a no volver a tragarnos otra encerrona, después de las
dos que el año pasado tuvimos que soportar capaces de acabar con la
afición de cualquier amante de la fiesta taurina, pero como
empedernido aficionado taurómaco a la primera de cambio nos
apuntamos a una encerrona con un novillero en el cartel con todo lo
que puede suceder.
Que quieren que les diga al menos no me
aburrí, y con todos los matices que se quieran y que se deban poner
el festejo fue entretenido, el chaval en cuanto a disposición fue
intachable, hubo variedad en toda la tarde pero con muchos matices
quizás demasiados, pero el tedio y la desesperación no nos abordo
en ningún momento.
Los tendidos presentaban un aspecto
inmejorable, con tres cuartos largos de espectadores para ver al
novillero local, con mucho paisanaje y disposición a sacar el
moquero previamente repartidos, lo que significa pocos conocimientos
taurinos y muchas ganas de triunfalismo. Tarde redonda para...
Matillas' brothers.
El ganado elegido para la ocasión era
de garantías como dicen ahora los taurinos y aficionados de clavel,
eso quiere decir toritos elegidos a modo, poco o poquísimo trapío,
muy comoditos, que pasen el trámite de las varas como puedan,
soporten el segundo tercio y que se entreguen iendo y viniendo en el
tercio de muerte para que el matador pueda lucirse y expresar su
“aggte” (productor dixit).
Los hierros para la ocasión fueron
Fuente Ymbro y El Parralejo, o sea prácticamente lo mismo. Los
primeros justos de presentación presentaron un puntito de castita,
marca de la casa, los segundos de infame presentación, impropia de
plaza de talanqueras, tan sólo destacó el segundo de la tarde, que
a la postre sería el mejor del encierro, pero sus dos hermanos
fueron mansos y menos lúcidos, premiandolo con una incomprensible
vuelta al ruedo al quinto de la tarde propia del triunfalismo y
analfabetismo presente en los tendidos. El último novillo que
presentó credenciales durante la lidia para ser el mejor de la tarde
pasó inédito por el recital de monotonía que le dio en el matador
acuciado por el esfuerzo físico y mental de la encerrona.
Varea dispuso sobre la arena de
Castellón sus argumentos, toreo asentado, siempe buscando los
medios, buen manejo de capote, disposición necesaria en un
novillero, temple, mucho temple en la franela, detalles, muchos
detalles, adornos, muchos adornos, pero faltó mucha colocación, más
distancia, profundidad, más profundidad, eso que algunos llaman
cargar la suerte y algunos les suena a chino. También en su haber la
deficiencia a la hora de interpretar la suerte suprema, que se quiera
o no se quiera es el verdadero argumento de esta Fiesta.
Decimos esto porque el novillero tiene
argumentos de sobra para ser alguien en esto, pero si sus anteriores
mentores con Santiago López a la cabeza, pasaron por su carrera como
un elefante en una cacharrería, haciéndole tirar por la calle del
medio, enseñando mucha mentira y poca verdad, sus nuevos mentores
con Curro Molina de asesor, no parecen empeñados en sacar toda la
verdad que lleva dentro, porque servidor piensa que Varea es un
diamante en bruto, de muchos quilates, con mucho por pulir, todo
depende de como se trabaje para quedarse en bisutería o piedra
preciosa.
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