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lunes, 14 de marzo de 2016

El peso del valor


Hablabamos ayer de la diferencia del peso y del valor como sinónimo de coste o cotización hoy hablamos del peso del valor entendido como valentía, audacia, coraje, arrojo, arresto. Porque todos estos atributos presentaron ayer como credenciales tres toreros con lo que se debe de tener para ponerse delante de unos pitones astifinos como navajas afiladas a la piedra. Cada uno con su estilo, con su personalidad, aunque alguno este muy lejos de lo que a servidor le puede gustar, pero había que estar delante y dar la cara.


Tras las emociones vividas durante una hora antes, en la que sólo pedíamos respeto y libertad, valores fundamentales de la convivencia en una sociedad libre y plural, los toros de Adolfo Martín no fueron los ideales para seguir con tales sentimientos emotivos, porque nada sobrados de fuerzas, tuvieron poco gas, pasaron sin apreturas por el jamelgo, se desinflaron, para llegar muy parados al último tercio donde con cortas embestidas se quedaban con corto recorrido, poniéndose zapatilleros, ayunos de casta pero con ese punto de genio que aporta el mínimo de interés si su contrario se pone donde se debe de poner.

Se puso Rafaelillo en su segundo porque ante su primero sólo pudo despacharlo ante la invalidez manifiesta suficiente para haber sido devuelto. Rafaelillo estuvo en su salsa, como ningún matador se maneja como él, toro zapatillero, de corto recorrido, torero sacando de uno en uno, siempre dando la cara, llegando a someterlo y ganarle la batalla. Tras estocada tirándose, ganó un trofeo de peso, de peso de valor, que es lo que puso Rafael en la arena.

Escribano sorteó el toro más toreable Aviador-1, como se dice en la jerga actual, muy templado como es habitual en él pero muy despegado, tirando líneas, sin apreturas, que no llegó a calar. Con su segundo más parado y con el mismo toreo, más de lo mismo pero a menos.

El lorquino Paco Ureña mostró sus credenciales que le pueden hacer subir más en el escalafón, con toreo colocado, dando el pecho, cruzado, sin enmendarse, todo lo contrario a la corriente actual, fue prendido pudiendo haberle costado una buena cornada, teniendo que pasar a la enfermería, tras haber paseado una oreja, tras una estocada muy defectuosa, su punto negro que deberá corregir, porque ante su segundo, un toro largo como un tren pero con una embestida con la cara alta poco entregada, tan solo pudo justificarse, dando de nuevo evidencias de su carencias en la suerte suprema.

Destacar el oficio y la calidad de la cuadrilla de Rafaelillo, tanto los de a pie como los de caballo, dando muestras de profesionalidad y saber estar en el ruedo.

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