Torito nini lidiado el día de San José por Enrique Ponce |
Vía: Xavier González-Fisher
Enlazó la reflexión publicada en La Jornada del periodista mexicano Horacio Reiba, "Alcalino" de la corrida inagural de la temporada de la México celebrada el pasado domingo 7, donde parece que los vicios taurinos de la península se contagian al continente americano. El título del mismo es el ideal para los toritos que se enfrentan las figuras hispanas, las defensoras de la causa taurina.
Suelen incurrir los actuales pontífices de la crónica –muy degradada y ya casi de salida– en la peregrina afirmación de que la altitud del DF ahoga al toro grande y le impide lucir su poder y bravura congénitos (a lo mejor no lo dicen con estas palabras, que la mayoría desconoce). Pues lo que el domingo salió por toriles desmiente clamorosamente el interesado aserto. Resulta difícil imaginar una novillada más cómoda y menos inquietante, y es casi imposible concebir un comportamiento más pacífico y blandengue, al grado que, aún descontada la disposición de la gente a jalear cualquier cosita, terminarían por escucharse expresiones de malestar y hartazgo ante la carencia de brío de los desrazados bichejos de San José, ganadería que ha pasado en pocos años del animalito pastueño y facilón, apropiado para faenas inacabables, al burro con cuernos, que relega toda emoción al olvido. Si, para colmo, asoma de repente por toriles un becerrote tan estragado e impresentable como el quinto –cómo sería la cosa que Ruiz Torres lo tuvo que devolver al corral, en previsión de males mayores–, y tras ese burdo intento el robo termina por consumarse, encarnado en el anovillado y astigordo buey que lo sustituyó, se tendrá un panorama más o menos completo de lo ocurrido: en la inauguración de la temporada y en el panorama general de nuestra tauromaquia.
1 comentario:
Mi màs sentido pésame, Paco, para ti y los aficionados, mexicanos, españoles, franceses, para la aficion que se muere, y para la fiesta brava que acabarà a desaparecer, por falta de la avidez de todos los que viven de nuestra locura
Saludo de Pedrito
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