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martes, 2 de noviembre de 2010

Adrián Gómez, torero: D. E. P.

Foto: Juan Pelegrín, blog de Manon
Silencio de metal triste y sonoro,
espadas congregando con amores
en el final de huesos destructores
de la región volcánica del toro.

Una humedad de femenino oro
que olió puso en su sangre resplandores,
y refugió un bramido entre las flores
como un huracanado y vasto lloro.

De amorosas y cálidas cornadas
cubriendo está los trebolares tiernos
con el dolor de mil enamorados.

Bajo su peil las furias refugiadas
son en el nacimiento de sus cuernos
pensamientos de muerte edificados.
                                                 El rayo que no cesa, Miguel Hernández

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