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viernes, 21 de mayo de 2010

Víctimas del sistema


Veo pocos toros por televisión, me aburren, prefiero leer crócnicas como las de Salmonetes..., las de Enrique en Toros Grada Seis, o las de Antonio en Hasta el rabo todo es toro u otros tantos que hay por la blogosfera, pero el lunes tuve la oportunidad de ver la novillada de Moreno Silva, también por el interés de ver un encaste diferente, pero vi como sucedía lo habitual últimamente, que a los chavales del escalafón novilleril vienen enseñados y adoctrinados por las escuelas y los entornos donde tan sólo se les debe enseñar a saludar, dar las vueltas al ruedo, y como mucho torear a las becerritas juampedritas que vienen y van, pasan y pasan, pero luego les vienen los problemitas cuando por equivocación algun descendiente de los bodegueros saca un puntito de casta o de raza, por no hablar cuando se tienen que tragar unos utreros de encastes que se quieren sacar del sistema, como los saltillos, santacolomas, coquillas o vazqueños, los denominados decimononicos, muchos a punto de desaparecer sino fuera por cuatro locos románticos.

Vaya por delante que aquí los no culpables son los novilleros, auténticos quijotes que en pleno siglo XXI son capaces de enfrentarse a la difícil carrera de querer ser torero cambiándolo por practicar cualquier deporte, jugar a la play o simplemente fumarse hierbas en cualquier banco de un parque.
No son los culpables sino las víctimas de un sistema que busca a costa de su carrera, éxito rápido y dinero fácil: las escuelas taurinas, un pozo sin fondo en muchos casos; los apoderados, que buscan carreras rápidas en este escalafón y si los queman a por otro; los entornos que desean morir de éxito. Son víctimas que en la mayoría de los casos no hacen carrera, sufren unos fracasos que en ocasiones les cuesta salir, dejan la economía familiar totalmente maltrecha, observando que todos los palmeros y voceros que te aplaudían y halagaban, te giran la cara y te ignoran.

Con estos mimbres nos podemos imaginar el futuro: un escalafón de figuras acomodadas seguidos por una infinidad de toreros de 2 o 3 corridas, con un escalafón novilleril plano del que sobresalen 2 o 3 novilleros, que ya no quieren ver novillos antisistema o "en puntas", y luego toda la legión de ilusionados chavales, púpilos de las escuelas taurinas.

Tenía claro que los revisteros del puchero iban a cargar contra los toros, es lo más fácil para exculpar a los chavales, pero ni los toros ni los novilleros son los culpables, los culpables son todo ese entramado sistema formado por los taurinos sacaperras y demás abrazafarolas y estirachaquetas que les acompañan.

Destacó esta fábula de J.R.M.:
"...el toro da todo lo que tiene en los diez o doce minutos postreros de su vida; enfrente tiene a un tío, animal racional, que lleva desde los ocho años -excepto en el caso de Cayetano- ensayando, toreando de salón, toreando vacas, algún novillejo por ahí, novilladas sin y con picadores, atendiendo consejos de toreros fracasados y de taurinos de toda laña, escuchando a ponedores y tragaldabas variados, es decir, que supuestamente el chico está aprendiendo un oficio que le servirá para que cuando le salga un bicho que viene a dar todo lo que tiene -de bueno o de malo- sea capaz de estar frente a él y salir airoso del encuentro. Bueno, pues resulta que hoy en día parece ser que a los toreros se les enseña sólo a hacer monerías frente a un toro pastueño, bobo, estúpido y colaboracionista, y cuando el pobre bicho se sale del guión todo se viene abajo, porque la base principal, el oficio -lo que los tontos llaman la técnica- no existe, ni se les ha inculcado a los toreros ni lo conocen. Sólo les han inculcado la habilidad para dar excusas ante un micrófono, que es una asignatura troncal en las deplorables escuelas taurinas, olvidando que todo lo que un torero tiene que decir de sí mismo y de su oponente, debe decirlo con la muleta en el ruedo."

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