Páginas

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La historia del Sirio: "Adiós a Siria para ser torero"


Vía: La Razón
«En lugar de salir a la calle con mis amigos, cuando llegaba del colegio, yo me quedaba viendo en la televisión las corridas de toros». Así nació en la pequeña ciudad de Alepo, en el norte de Siria, la afición por el toreo del hoy banderillero Hazem Al Masri. Un gusto por la tauromaquia que pronto se convirtió en devoción y más tarde en la gran aventura de su vida. Porque, como dijo Dostoievski, «a veces conviene soñar». Y Hazem no tardó en decidirse a llevar esta máxima a la práctica. Su filosofía de vida. «Tenía unos diez años, quizás once, cambiaba de canal todas las tardes para no aburrirme y uno de los días en el Canal Internacional de TVE estaban emitiendo una corrida de toros, me atrapó lo que vi: era magia, aunque luego descubrí que todo es muy real, en aquel momento me pareció chocante, pero de una belleza fascinante ver la plaza llena de gente, los vestidos de luces de los toreros y sobre todo cómo se ponían delante de un toro con dos puntas con un trapo  rojo como único arma; no tardé en decidirme porque cuanto más festejos veía, más quería ser uno de ellos», recuerda El Sirio, tal y como se le conoce hoy en los carteles. 

«En primer lugar, no creo que haya maltrato al toro, pero es evidente que la vida de un animal nunca podrá compararse a la de un ser humano y me apena muchísimo que dediquen tantas energías en proteger a toros criados expresamente para morir con honor en una plaza y ni se les erice la piel al oír cómo mueren cada día sus hermanos en Siria»

No hay comentarios: