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lunes, 11 de abril de 2011

Tomaduras de pelo

Poderes fácticos en el callejón de Castellón

Tengo últimamente el blog un poco abandonado por cuestiones  y compromisos varios, y no es por que no tenga cosas que decir y temas por abordar como los cartelería de San Isidro, que una  vez más abusa de los asiduos abonados, de medallas otorgadas a título póstumo, mál endémico de nuestro país, y a un torero que puede gustar más o menos pero no se le puede reprochar lo de artista.
También podía haber resaltado la continuación de los excelentes trabajos del pr. Juan Medina en 'El escalafón del aficionado' y que tanto resuenan por medios taurinos, tan reacios a la blogosfera, y en medios no taurino, tan reacios a hablar de todo lo que tenga que ver con los toros.

Pero lo que voy a resaltar es el artículo de un periodista castellonense Vicent Climent: 'Cuatro colosales tomaduras de pelo, cuatro', sobre lo visto en la feria de la Magdalena publicado en Avance Taurino, extrapolable a tantas y tantas ferias incluso a las de las primeras, lo que nos quiere decir que los taurinos de los portales empiezan a ver las nubes de la tormenta que se avecina. Aquí destaco unos párrafos:
Ha fallado el elemento toro de forma alarmante, no es la primera vez que ocurre, y no me creo que en el campo no haya ejemplares rematados para venir a una plaza de segunda con la dignidad que se espera y que debe exigir quien se retrata en taquilla. Eso sí, todos los que han saltado al ruedo lo han hecho cortados por el mismo patrón: erales, utreros y cuatreños han lucido un trapío similar. El noventa por ciento de los toretes, de haberse exhibido por las calles de los pueblos de nuestra provincia, habrían acabado con la carrera política del concejal encargado de comprarlos. Pero en la capital, no. Un rayo de esperanza: a medida que transcurría el plúmbeo serial más voces discordantes se han sumado a reivindicar lo que es justo: un toro armonioso –que nadie quiera entender basto ni pasado de peso- y con dos pitones que luzcan las puntas con los que los dotó la madre naturaleza: “¡Arriba parias de la grada, en pie famélica afición!”.
¿Se puede triunfar sin toros? Rotundamente sí. El Juli y Manzanares salieron a hombros por la puerta grande...
Por la mañana, en unos corrales tomados por los taurinos más perniciosos para el aficionado en particular y para la historia del toreo en general, se amontonaba una docena de jandillitas tipo llavero -por el tamaño y por lo cucos que eran- y la autoridad tuvo que tragar con lo que había, porque no tenía tiempo material para traer más. Algún día un presidente valiente debería aliarse con el público que sostiene el espectáculo y suspenderlo. Todo el mundo a casa, con la cabeza bien alta, la conciencia tranquila y el importe de la entrada en el bolsillo dispuesto a ser empleado en un ocio más placentero.
No sé si será casualidad o, con la edad, me estoy volviendo un escéptico. Ustedes mismos. Morante y Cayetano comparten apoderado: Curro Vázquez. El de Linares ha estado unos días en Castellón y los encierros de Jandilla y Manolo González, en los que se anunciaban sus poderdantes, han sido los peor presentados, que ya es decir, de los anunciados. Éste, además, lució unos presuntos pitones que se abrieron astillados como flores en primavera.
Como felicitaciones habrán recibido muchas Borja, Cristian y Jonathan, recordando mis tiempos de docente, me erijo en el malo de la película. Cabe incidir más en el toreo de capote y con la muleta es preciso domeñar la casta antes de querer ponerse bonito y no al final. Esa función, la de aconsejarles y exigirles, corresponde a los profesores de las escuelas pero para poder enseñar es necesario conocer previamente los conceptos. Claro que esta disquisición daría para un largo debate.
Recuerdo cuando, en mi mocedad, los viejos aficionados aseguraban que en el caballo se medía la bravura del toro. Si ahora no hay nada que medir, digo yo que será porque no hay bravura. Réquiem por la suerte de varas, descanse en paz. En la feria no ha pasado de ser simulada y cuando alguien simula algo es que lo hace de mentiras, sin decir la verdad.

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