Desde que el hombre se propuso contar su historia, el toro forma parte de ella.Consumir su carnees sinónimo de vida. Pero el toro es también el símbolo por excelencia del valor, la fuerza y la fertilidad. Desde la noche de los tiempos, el toro es un espejo donde el ser humano busca el reflejo de todas esas virtudes en su propio interior. Las hazañas de aquellos que lo combaten quedan inmortalizadas en los primeros grandes cantares de la Humanidad, y antes a través de testimonios gráficos.La historia de estas primeras tauromaquias, poratdoras de valores universales, y su resultado en la corrida moderna, se muestra aquí.
¿La muerte del toro en público es el
resurgir de un sacrificio ancestral?
Gracias a la corrida moderna, la lucha
eterna de Eros contra Tánatos, el instinto de vivir contra la
muerte, encuentra en la plaza una prolongación simbólica.
La mayoría de las veces, Eros triunfa,
y la victoria del genio humano contra la animalidad sumerge al
público en una catarsis redentora.
Sin embargo, el triunfo de Eros es
efímero porque nadie puede vencer eternamente a la muerte.
La grandeza desesperada del hombre se
manifiesta a través de este desafío lanzado por el torero en el
ruedo, cuyo fin no es otro que elevarse sobre su propia condición.
Su hazaña lo acerca a los héroes mitológicos, e identificándose
con él, la Humanidad sublima su instinto vital.
Prohibir la corrida con el pretexto de
ser un espectáculo anacrónico, no haría desaparecer la muerte.
Por supuesto, en un mundo donde el
animal tendría los mismos derechos que el hombre, donde la muerte
fue vencida definitivamente y donde la existencia fuera una alegría
sin lucha, la corrida perdería su dimensión simbólica y su
justificación.
A la espera de este Paraíso utópico,
la corrida conserva todo su sentido. Últimos depositarios de
culturas milenarias, toreros y aficionados garantizan su perennidad.
Mientras el toro mítico frecuente
nuestro inconsciente y mientras exista un hombre dispuesto a
desafiarlo poniendo en riesgo su propia existencia, el soplo de la
epopeya vivirá en nuestras plazas, regalándonos momentos de fervor
compartido, en una comunión humanista alrededor de valores
universales, cuya manifestación merece respeto.
Los Culpables de todo esto |
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