Salud Arjona era la hija del maestro
Cúchares y una hermosa mujer. Andaba detrás de ella Antonio
Sánchez, “El Tato” (1831-1895), aunque el aspirante a la mano de
la moza sabía que podían interponerse entre ellos las diferencias
profesionales y personales que antaño mantuvo con el patriarca.
Terminó
accediendo Cúchares a la pasión de los amantes, pero quisó
prevenir a Salud de los riesgos que comportaba matrimoniarse con un
torero valiente, incluso temerario.
-“Hija, no creas que todos los toreros
son como tu padre. Cuando yo digo que vuelvo, es que vuelvo. Los
demás suelen volver por carta o por alambre”.
Más que una advertencia y un consejo,
aquellas palabras se convirtieron en premonición. Un ejemplar de
Vicente Martínez, que se llamaba “Peregrino”, pegó una cornada
al yerno de Cúchares cuando entraba a matar en la plaza de Madrid el
7 de junio de 1869.
El diestro sevillano sobrevivió a la
hemorragia, pero fue necesario amputarle la pierna por debajo de la
rodilla a cuenta de la gangrena.
Maldecía su suerte “El Tato” y
se obstinaba en torear. De hecho, compareció en las plazas de
Badajoz (1871) y de Valencia (1872) provisto de una rudimentaria
prótesis, aunque a los espectadores les contrariaba que el heroico
Antonio Sánchez anduviera a merced de los toros como un
principiante.
Resignado a la fatalidad, “El Tato”
encontró trabajo en el matadero de Sevilla gracias a la caridad del
ayuntamiento de Sevilla. Murió triste y compungido en 1895, mientras
que doña Salud, la viuda, le sobrevivió 25 años y le guardó el
luto.
Rubén Amón, No puede ser y además es imposible.
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