Vía: Descabellos
Las empresas ya son víctimas del animalismo: sus relaciones públicas
deben basarse en el trato que tengan con los animales, pues la presión
mediática de los grupos de defensa animal, a veces inexplicablemente
fastidiosa, logra engañar a los relacionistas públicos. Una buena
empresa, una de la que sea prescriptible comprar un producto, es aquella
que garantice el respeto animal, así su producto no tenga nada que ver
con animales. Hasta ese colmo de la estulticia hemos llegado. En este
caso, la paradoja la entraña Heineken, una cerveza que se anuncia como
antitaurina, mientras al mismo tiempo su marca luce junto a peleas de
perros. ¿A qué se debe la contradicción? A ninguna: el lobby animalista
enfila todas sus baterías contra el toreo, dejando a perros, gallos de
pelea y demás animales en una zona donde mediáticamente valen poco. Esto
responde a que el odio contra la tauromaquia es más fácil de vender
públicamente, al conjugarse con restos de homofobia, xenofobia,
monocultura e hipocresía. Heineken no se contradice al aparentemente
patrocinar peleas de perros, mientras al mismo tiempo se suscribe al
odio mundial contra la tauromaquia: simplemente perpetua la lógica
animalista, la misma que ataca al toreo en Bogotá, pero suscribe un plan
de ordenamiento territorial y protección animal que deja por fuera a
los gallos de pelea. Lo mismo que la FLA, que en Medellín retiró su
apoyo a la feria taurina, pero en Subachoque dispuso una carpa,
impulsadoras y muestras gratis de su licor durante la corrida de
Mondoñedo. Las empresas niegan su participación en todo esto, pese a
estar ahí, a la luz, con sus productos, desdiciendo sus posturas
públicas. Heineken negó su responsabilidad como empresa involucrada con
peleas de perros, pese a las reiteradas denuncias de animalistas en
México. Al mismo tiempo, maneja otras marcas de cervezas en dicho país
tras la compra del grupo Cuauthémoc Moctezuma, marcas pues como Sol,
Tekate e Indio, que venden sus productos y patrocinan directamente
ferias taurinas de México.
Para resumir: la apariencia pública de las empresas reproduce la lógica
animalista, con toda la carga de tontería que esto conlleva. Que
Heineken se anuncie como antitaurina, no es una jugada de ficha a favor
del respeto animal, del mismo modo que ninguna sociedad ha dejado de
usar cruelmente animales, solo por abolir las corridas de toros. La
imagen nos ayuda a ejemplificar la contradicción social, así Heineken
niegue su responsabilidad, y quizá tenga razón.
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