Virgen de la Macarena,
mírame tú,
cómo vengo,
tan si sangre
que ya tengo
blanca mi
color morena.
Mírame así, chorreado
de un borbotón
de rubíes
que ciñe de
carmesíes
rosas mi talle
quebrado.
Ciérrame con tus collares
lo cóncavo de
esta herida,
¡que se me
escapa la vida
por entre los
alamares!
¡Virgen del amor, clavada,
lo mismo que
un toro, el seno!
Pon a tu
espadita bueno
y dale otra
vez su espada.
Que pueda, Virgen, que pueda
volver con
sangre a Sevilla
y al frente de
mi cuadrilla
lucirme por la Alameda.
Rafael Alberti
Rafael Alberti
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