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lunes, 10 de octubre de 2011

La mansada sólo tenia fachada


Corrida de toros de la mini-feria de la Comunitat. Toros de Valdefresno sin fuerzas, inválidos algunos, mansos, descastados, 1º debió de ser devuelto, 2º sin fuerza ni clase, 3º pequeño con cara, el único que se dejó, 4º sin clase, ni raza, 5º manso de libro, 6º sólo trapío, manso rajado; para los matadores Angel de la Rosa (aplausos y silencio), Leandro (silencio y silencio) e Iván Fandiño (ovación y silencio).

Mientras en las calles de Valencia ayer había oferta lúdica variada, desfiles de moros y cristianos, manifestaciones reivindicativas de diversas tendencias, unos cuantos aficionados ocupabamos un tercio de la plaza de toros de Valencia con el deseo de ver una buena corrida de toros con la ilusión creada por una más que correcta presentación y con una terna que podía prometer especialmente el torero de Orduña apellidado Fandiño, ver detalles del valenciano De la Rosa y alguna sorpresa del vallisoletano Leandro, pero mi gozo y el de muchos aficionados en un pozo, tan sólo Fandiño en su primero se justificó y dió muestras del momento en que se encuentra donde todos le valen, claro si quieren pelea porque sú último huía de la muleta buscando las tablas sin remisión. Mansada infumable de la familia Fraile, mansada infumable en un momento que este encaste necesita reivindicarse, mansada infumable y sin fuerzas, rozando la inválidez, donde varios tenían que haber sido devueltos y despiezados en el desolladero sin haber sido lidiados.

Las cuadrillas fueron contagiadas por el ánimo que se iba apoderando de la tarde y cada vez las lidias y los tercios de banderillas fueron un desastre por no hablar de los simulacros del tercio de varas y la mala ejecución de la misma por los del castoreño.

Angel de la Rosa, no estuvo en el nivel de otras tardes, no tuvo oponentes pero tan poco mostró la disposición necesaria, ni apuntó las maneras que se le pueden pedir a pesar de sus escasos paseíllos.

Leandro pasó de puntillas, sin compromiso, sin querer, sin poder, lo intentó en su primero sin apreturas, para no entender la condición de manso de libro de su segundo, acabó en silencio por la bondad del público.

Iván Fandiño demostró que se encuentra en un momento donde puede con todos, pechó con su primero que siendo el más pequeño fue el mansito con más motor aunque se le acabó pronto la gasolina, dejando el vasco unos estatuarios de inicio muy ceñidos sin enmendarse y una tanda por la derecha con calidad, el toro fue acusando su mansedumbre, las series se fueron diluyendo, el matador alargó demasiado la faena. Era toro de cuatro series y no de siete. En su segundo sólo pudo ir detrás del animal cuando buscaba la salida completamente rajado.

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