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miércoles, 10 de febrero de 2016

'El toreo y las manifestaciones son del pueblo' por Carlos Bueno

Algunos que han utilizado la Tauromaquia para manipular y llevarselos calentitos también se colgaron de la pancarta.
Vía burladero.com
Con la celebración de los primeros festejos en Ajalvir y Valdemorillo ha dado su pistoletazo de salida la temporada taurina, que en breve cogerá consistencia en ciudades con plazas de mayor calado donde asociaciones de aficionados están preparando distintos actos en defensa del toreo tras un invierno en el que se ha comprobado la declarada intención de estrangular la tauromaquia por parte de las nuevas formaciones que ahora gobiernan.
Es del caso de la Unión Taurina de la Comunidad Valenciana, que para la feria de Fallas está organizando una gran concentración en la capital del Turia. El buen hacer de quienes están trabajando en el empeño hace presagiar que el acontecimiento será multitudinario y que en él veremos a muchas de las caras más conocidas del negocio taurino. Su implicación en la causa es fundamental. Muchos hemos reclamado que los profesionales se movilizaran frente al activismo prohibicionista, que abandonasen una actitud visiblemente pasiva para ponerse a defender aquello de lo que viven; en ello va su presente y su futuro.
Finalmente parece que toreros, ganaderos y empresarios han reaccionado y que ya están manos a la obra para conservar los derechos y libertades que a todo ciudadano nos deben amparar. Y esa labor han de ejercerla en los despachos, en reuniones con políticos y juristas, pero en manifestaciones organizadas por aficionados su puesto no debería ser la primera línea, un lugar reservado para gente anónima que reclama lo que es suyo sin ningún ánimo de lucro.
No hay que dar motivos que puedan inducir a que alguien piense que quienes abogan por la pervivencia de los toros lo hacen por interés económico. Quienes viven del negocio han de estar al lado de la clientela, de quienes les pagan sus habichuelas, pero nunca restarles protagonismo. La tauromaquia es del pueblo, él se la arrebató hace tres siglos a los nobles y a la aristocracia. El toreo bajó del caballo para imponerse a pie. Los caballeros de linaje dejaron su puesto a los plebeyos sin ilustres apellidos porque así lo requirió el público, el pueblo, que ahora ha de exigir de nuevo lo que es suyo a esos gobernantes que pretenden imponer su voluntad cual la nobleza de antaño.
Por supuesto que empresarios, ganaderos y sobre todo toreros han de estar presentes en este tipo de manifestaciones y fundirse con sus seguidores, pero cediéndoles todo el relieve. Y en esto están incluidos también los periodistas. Nuestra función es difundir todas estas iniciativas e informar de ellas, pero los protagonistas son los aficionados, el pueblo, el que debe portar las pancartas de cabeza con los máximos honores.

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