Al menos en Madrid, esto se mueve. No sé si será un espejismo, pero en
poco más de un mes han sucedido demasiadas cosas como para pensar que
seguimos en el marasmo taurino de los últimos años. Cuatro corridas de
toros y otras tantas novilladas que pueden ser, deben ser, el aldabonazo
para el cambio del status quo del escalafón.
EL GESTO
La primera llamada de atención la dio Iván Fandiño, anunciándose con seis hierros de los que se alejan las figuras como de la peste. No fue la tarde del vasco, ni de la mayoría de esos toros, pero logró un triunfo impensable: el lleno absoluto
de Las Ventas fuera de Feria y en el mes de marzo; en el mismo mes que
los hombres-G contemplaban el cemento en las Fallas. Con la alegría
esperanzada de ver muchas caras jóvenes en los tendidos, gradas y
andanadas.
Fandiño corresponde a la ovación de la plaza (imagen tomada de Las-Ventas.com)
LAS GESTAS
Cuando se tiene hambre de triunfo, un torero no piensa en el futuro ni
en su salud, sólo en sobreponerse a la adversidad y mantenerse en el
ruedo hasta cumplir con su objetivo. Dos toreros, heridos por los toros,
continuaron hasta el final y arrancaron dos orejas cada uno, llevando a
los tendidos esa emoción que es consustancial al toreo y que tanto se
echa de menos en nuestras plazas. La épica volvía a escribir dos páginas
de la historia del toreo.
El novillero peruano Roca Rey, sufrió dos volteretas y acabó saliendo a hombros con tres heridas por la Puerta Grande.
López Simón sufrió una cornada de dos trayectorias, una de las
cuales de 25 cm afectando a músculos y nervios esenciales para el
funcionamiento de su pierna, y no sólo remató al toro que le había
herido, sino que permaneció para matar también a su segundo toro y
conseguir su segunda oreja.
Roca Rey cogido y volteado por el tercero de Ventana del Puerto (Imagen tomada del Blog de Luis Olmeda)
Cogida de López Simón por el tercero de Montealto (Imagen tomada del Blog de Luis Olmeda)
LA SANGRE
En ochos festejos, cinco toreros pasaron por el hule con heridas de consideración: Roca Rey, Antonio Puerta, Ángel Teruel, López Simón y Leonardo San Sebastián. A
veces, las cogidas son meros accidentes, pero por lo general son el
reflejo de una mayor exposición de los diestros. Otros coletas fueron
volteados, afortunadamente sin consecuencias. La sangre es el tributo
indeseado, pero inevitable, cuando un torero quiere enfrentarse con
verdad a un toro de lidia.
Ángel Teruel, herido por el segundo de Montealto (Imagen tomada del Blog de Luis Olmeda)
Antonio Puerta, herido en un quite al tercero de Javier Molina (Imagen tomada del Blog de Luis Olmeda)
Leonardo San Sebastián, cogido por el sexto de Carriquiri (Imagen tomada del Blog Larga Cambiada)
EL TRIUNFO
La meta del torero es el triunfo. Algo muy difícil y más aún que a los
trofeos se una el reconocimiento de la plaza. Justamente lo que ha
sucedido con los tres toreros que han cortado dos orejas, y con los dos
que cortaron una: Eugenio de Mora y Antonio Linares. Morenito de Aranda cortó dos orejas en una faena plena de torería. López Simón y Roca Rey llegaron a los corazones del público por su vergüenza torera, su decisión y su buen toreo.
Morenito de Aranda pasea las dos orejas cortadas al quinto de Montealto (Imagen tomada del Blog de Luis Olmeda)
López Simón se retira a la enfermería con la segunda oreja de la tarde en la mano
(Imagen tomada del Blog Larga Cambiada)
(Imagen tomada del Blog Larga Cambiada)
EL TOREO
En estos festejos se ha bordado el toreo, con momento sublimes de Eugenio de Mora y Morenito de Aranda. Pero la nónima de los que que han dejado constancia de su buen concepto ha sido larga: López Simón, Sergio Aguilar, Curro Díaz, Víctor Barrio, Pepe Moral, y los novilleros Roca Rey, Miguel Ángel León, Antonio Linares, David de Miranda y Alejandro Marcos, completan la lista de destacados.
LA CORRIDA
La Goyesca del 2 de mayo ha sido el punto culminante de estos inicios de temporada. Los toros de Montealto fueron
en general exigentes, mantuvieron el interés y la emoción, y
encontraron en la terna el complemento necesario para una de las mejores
tardes de los últimos años, donde se reunieron los ingredientes de la
fiesta verdadera, no la del toro programado y la dictadura de la
estética y de la pierna escondida. Faltó, siempre falta algo, mayor
pelea en varas, pero una corrida completa es una ilusión. Una corrida en
que ninguno de los espadas salió por la puerta de caballos.
¿Será esto sólo un bonito sueño del que nos despertará la llegada a Las Ventas de las figuras? Confío y espero que no, que esto es el preludio del cambio, propiciado en esta pretemporada
por toreros veteranos y noveles, que renueve este escalafón con olor a
naftalina, donde dormitan con el beneplácito de la prensa y de los
públicos los llamados hombres-G, esos como Morante, El Juli, Talavante y Perera, que con flacas disculpas eluden la Feria de Abril, para anunciarse por junto en una corrida de 8 toros en Málaga. Sólo Manzanares ha tenido un gesto de pundonor y se ha echado esa Feria a las espaldas. José Tomás hace
muchos años que desertó de sus responsabilidades como primera figura,
convirtiéndose en un triste producto de marketing que compran con
alborozo públicos, plumas y aficionados incondicionales. El cambio
necesario debe, además, devolver a sus casas a los okupas que
rellenan carteles sin mérito taurino alguno, y acabar con tanta mentira y
tanta comodidad y complacencia como proliferan en las plazas españolas.
Los aficionados tenemos algo que decir y no debemos dejar pasar esta
oportunidad de regeneración de la Fiesta.
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