Y eso son los toros, ni más ni menos. Los toros que muchos quieren reducir al petardo diario de las faenas mecánicas, prefabricadas, se justifican a veces tan sólo por una vara peleada con tanta raza por el de negro que empujaba desde abajo como por el del castoreño que aguantaba desde arriba. La entereza de Sandoval en el trance en el que muchos habrían entregado la cabalgadura, su decisión de aguantar en su difícil posición las acometidas del de negro, la torería del picador desde la gracia con la que provoca la embestida del toro hasta el momento en que ya no se puede hacer más y cae honrosamente al piso son una neta declaración de amor al oficio y de lo que el dinero no puede pagar: la guapeza, el arte, el decir ¡ahí queda eso!Este aficionado es mi crítico de referencia de lo acontecido por las Ventas y otras plazas, por si quieren seguirlo lo encontrarán por 'Salmontes no nos quedan'.
José Ramón Márquez
No es necesario coincidir con él, pero escribe, nunca mejor dicho, desde la libertad que muchos no tienen, respetando siempre al Toro.
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